Una reflexión sobre la nouvelle "Desarticulaciones" de Sylvia Molloy
Precisamente porque olvido leo.
S/Z, Roland Barthes.
Vemos y oímos a través de recuerdos, de temores, de previsiones. (…)
Nuestro vivir es una serie de adaptaciones, vale decir, una educación del olvido.
“La postulación de la realidad”, Jorge Luis Borges.
No habrá sino recuerdos.
“Despedida”, Jorge Luis Borges.
(…) el amor que no se atreve a decir su nombre.
“Dos amores”, Lord Alfred Douglas.
Sobre la obra
La narradora visita casi diariamente a M.L. una señora con quien compartió una estrecha amistad y ahora padece mal de Alzheimer. M.L. casi no sale de su departamento en New York. A partir de esos encuentros y de memoria de M.L. va construyendo, mediante fragmentos que no siguen un orden, un relato poderosamente conmovedor sobre la desarticulación de una mente que progresivamente va borrando todo de una manera peculiar. M.L. ya no lee, pero puede traducir oralmente cualquier frase, algunas veces reconoce a la narradora y otras le muestra su casa como si fuera la primera vez que la ve.
"Desarticulaciones": un modo de forma literaria que imita la vida
El semiólogo francés Roland Barthes rechaza toda idea de que el camino para entender una obra literaria consista en descubrir lo que el autor se proponía conscientemente. En 1968, Barthes publicó el artículo “La muerte del autor” que tuvo una consecuencia inmediata y libertadora en la literatura: el nacimiento del lector. Para Barthes, es el lector quien decide el sentido de un texto. El lector, naturalmente, se guía por los signos que el autor usa, pero no está acotado por ellos. El lector puede extraer del texto el sentido que los signos evoquen en su mente, que puede cambiar de un día para el otro, así como de un lector a otro. Ya lo decía San Efrén (306-373) de una manera muy inteligente, aplicándolo a las Sagradas Escrituras: ninguna interpretación es única. En otras palabras, una obra literaria puede ser constantemente reinterpretada o rescrita en la mente del lector. El nuevo concepto consistía en elevar al lector común a un ser creador del significado textual. Y de esta manera la muerte del autor posibilitó el nacimiento del lector. Jacques Derrida afirmó que, debido a que el lenguaje fluye constantemente, no existe el sentido de un texto. Barthes y Derrida afirman que no existe autoridad definitiva que decida el sentido de un texto, así como no existe sentido definitivo ligado a un texto. Diferentes lectores en diferentes períodos producirán significados distintos a partir de la misma lectura.
Basándonos en estos conceptos sobre el nacimiento del autor, podríamos pensar que Desarticulaciones es autobiográfico y de esta manera equiparar las figuras de autor y narrador. Hay ciertos indicios que nos llevan a esta afirmación: las profesiones de las protagonistas, el escenario donde transcurre la historia (Nueva York) y la identidad sexual de la autora. Molloy se coloca una máscara convirtiéndose de esta manera en la narradora de esta historia llena de sensibilidad. Podría pensarse que esta máscara la protege, como así también el uso de iniciales en todos los personajes, ya que no aparecen nombres propios. Esta estrategia también la observamos en la película Historias Extraordinarias de Mariano Llinás donde sus personajes se llaman: Z, X, H e Y. Podríamos relacionar esta estrategia utilizada por Molloy con el olvido de M.L. quien pierde su nombre completo junto con su memoria. Utiliza esta estrategia para evitar la exposición, ya que pensamos que se trata de una autoficción, donde cuenta la enfermedad de su amiga y ex pareja, M.L., víctima del mal de Alzheimer. De esta manera, podemos reflexionar, basándonos en la poética aristotélica, que Desarticulaciones es una mímesis, o sea un modo de forma literaria que imita la vida.
El formato
Desarticulaciones tiene un formato original que desafía el rótulo en cuanto al género. El título de la obra no puede definir mejor al contenido. Está dividida en más de cuarenta apartados breves, los cuales tienen cada uno su título y no siguen un orden lineal, ni siquiera el deterioro de M.L. es lineal: se trata de una serie de pequeñas epifanías con las que la narradora repone lo que la protagonista olvida. Podría pensarse que cada capítulo es una entrada de un blog personal, fragmentos o notas que Molloy anotaba después de visitar a su amiga. La nouvelle puede llegar a leerse sin seguir el orden de lectura convencional. Desarticulaciones es un producto de la posmodernidad, y estos fragmentos son sinécdoques, lítotes que narran una parte de la historia de M.L. Si bien por medio de los recuerdos de Molloy podemos recomponer parte de la historia, nos falta parte del pasado y del futuro.
Ciertos detalles y ciertas confesiones de la narradora hacen que la historia sea verosímil. La ficción, según Ricoeur, posee la capacidad de rehacer la realidad. Es la aspiración del texto de abrir el horizonte de una realidad nueva. La trama imita las acciones humanas, pero no se trata de una reproducción idéntica en el sentido de una copia de un modelo preexistente, sino de una imitación creadora. Como dice Jorge Volpi en Leer la mente: “para dar vida a un personaje, es necesario imitar sus actos en nuestro interior. Solo si lo habitamos, solo si padecemos, amamos o gozamos con el, seremos capaces de comprenderlo, y de escribirlo”. La narradora se sitúa dentro de la historia (narrador homodiegético) y nos narra en primera persona. Identificamos a una narradora testigo, quien nos relata con lujos de detalle la enfermedad que padece su amiga. Puede verse como un duelo, pero sin embargo tiene toques de humor. Por ejemplo, cuando M.L logra recordar y se pone orgullosa de cosas como haber pasado algo de contrabando por la aduana.
“Ella se divierte, piensa que exagero, yo hice eso, me dice, con retrospectiva admiración. Sí, le aseguro, y otra vez viajaste gratis llevando una estola de visón que mandaba un peletero a una clienta argentina. Y esa vez no te pararon no sé cómo, era pleno verano y vos entraste con la piel puesta. Sigue sonriendo, entre satisfecha y desconcertada ”.
La transtextualidad y las estrategias de la narradora
La transtextualidad es un término acuñado por el teórico literario y narratólogo Gérard Genette. En su libro Palimpsestos: la literatura en segundo grado, Genette explica la transtextualidad, o “trascendencia textual del texto”, como “todo lo que pone al texto en relación, manifiesta o secreta, con otros textos”. Dentro de este mismo estudio, el teórico francés enumera cinco tipos de relaciones transtextuales que cada texto posee: architextualidad, hipertextualidad, intertextualidad, metatextualidad y paratextualidad. Genette, en el libro anteriormente mencionado defiende el concepto del crítico francés Michael Riffaterre quien define la intertextualidad como la percepción, por el lector, de relaciones entre una obra y otras que la han precedido o seguido. En Desarticulaciones la narradora hace uso de la “intertextualidad”, como por ejemplo cuando menciona la novela Pedro Páramo de Rulfo, o cuando dice que M.L. a veces le recordaba a algún personaje de Rulfo. También en el capítulo denominado “Fractura” menciona a Funes haciendo referencia al personaje de Borges, “Funes, el memorioso”.
Otro tipo de intertextualidad, se da cuando nombra a Greta Garbo en la película La Reina Cristina.
Molloy evoca a Borges en más de un sentido. En el capítulo “Ceguera” compara a M.L. con Borges, dice que hablar con un desmemoriado es como hablar con un ciego y contarle lo que uno ve. Los ve a ambos (M.L. y Borges) en igualdad de condiciones, teniendo en cuenta que ambos sufrían distintas limitaciones. En la página 60 de Desarticulaciones observamos una intertextualidad con el cuento “El Cautivo” de Borges:
“Me pregunto si la pérdida de memoria de M.L. tiene algo que ver con el exacerbamiento arbitrario de la mía. Si de algún modo estoy compensando, probándome a mí misma que mi memoria recuerda, recuerda aun cuando yo no quiero recordar. Me pregunto también si a M.L. no le habrá pasado lo mismo, si habrá padecido también este derroche de memoria, esta contaminación de presente y pasado, antes de empezar a perderla”.
Página 60 de Desarticulaciones
“Yo querría saber qué sintió en aquel instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo querría saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa”.
Fragmento final de El Cautivo de Borges.
En este fragmento de Desarticulaciones podemos observar a una narradora que reflexiona acerca de lo que narra y, de ese modo, problematiza el mismo acto de narrar, como lo hace Borges en sus cuentos. Molloy no toma distancia de lo que está contando, esto se observa en la forma que utiliza para narrar. En Desarticulaciones abunda el discurso indirecto libre, este discurso mixto típico de los textos periodísticos hace que este texto sea más dinámico y de fácil lectura:
“Es perfectamente razonable lo que me dice, pienso, incluso inteligente. ¿Cómo puede ser esta la misma persona que me pregunta, acto seguido y por enésima vez, si hace frío afuera y si quiero tomar el té cuando acabamos de tomarlo?”.
“Hoy (¿pero qué es “hoy” para ella?) se acordaba…”
No tomar distancia de los hechos hace más real la historia, aquí se hace presente el “modo dramático” del relato, el cual es inmediato. Asimismo, se produce lo que Barthes llamó el efecto de realidad. Otra estrategia narrativa que utiliza la narradora es el monólogo interior, técnica literaria popularizada en las primeras décadas del siglo 20 que alcanza su mayor auge en el período de entreguerras mundiales. Entre sus figuras más representativas tenemos a James Joyce, Virginia Woolf y William Faulkner. El monólogo interior trata de reproducir los mecanismos del pensamiento de su personaje como producto de una inmersión en la intimidad de la conciencia del mismo. De esta manera, el autor se encarga de presentar al lector el curso de este discurrir, precisamente como está ocurriendo en la mente del personaje.
La evocación de personajes de la literatura
En la historia de la literatura existen muchos personajes que padecen enfermedades de este tipo. M.L. tiene ciertas características de José Arcadio Buendía, personaje de Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez. José le comenta a su hijo Aureliano que se olvidaba ciertas cosas. Aureliano, quien de hecho también padecía problemas de memoria, le enseña un nuevo y exitoso método: marcar cada cosa con su nombre: silla, mesa, gallina, etc., actitud que fue imitada por los habitantes del pueblo.
El recuerdo
En esta nouvelle la memoria ocupa un lugar muy importante. Teniendo en cuenta la raíz etimológica de la palabra “recordar” (Re: Traer de nuevo a la mente; cor: cordial: corazón), la protagonista tiene una memoria selectiva. No es capaz de leer, pero es capaz de traducir una frase. No recuerda que no le gusta el ajo; se olvida de cuándo tiene que masticar y cuándo no, a veces traga pedazos de comida enteros y otras masca el yogur. Sin embargo, no olvida los buenos modales a la hora de comer. En cuanto a los recuerdos, Freud en “Los recuerdos encubridores” nos dice: “Suelo asombrarme cuando olvido algo importante, y acaso todavía más cuando he retenido algo supuestamente indiferente. Sólo en ciertos estados anímicos patológicos torna a disolverse el vínculo, vigente para el adulto normal, entre la importancia psíquica de una impresión y su adherencia a la memoria”. En el capítulo “Silabeo” se habla del lenguaje propiamente dicho porque aquí M.L. inventaba palabras, como si se remontara a su niñez.
La fragilidad del cerebro humano
Desarticulaciones nos empuja a reflexionar sobre la fragilidad del cerebro humano. Es curioso que M.L. pierda la memoria, pero no el sentido de lo que está bien y lo que está mal. Esto lo observamos por ejemplo cuando M.L., al escuchar una de sus aventuras de la boca de la narradora, piensa que ella está exagerando y dice: “¿yo hice eso?”. Podemos relacionar a Molloy con Sarmiento, quien en Recuerdos de Provincia relata que él le pedía a su madre que le contara cómo era San Juan en su época. Decía: “ella me instruye de cosas de otros tiempos, ignoradas por mí, olvidadas por todos”. Si bien Sarmiento no olvidó el pasado, quiere reconstruirlo, y Molloy en Desarticulaciones tiene el mismo fin. Molloy en Desarticulaciones tiene el papel de la madre de Sarmiento en Recuerdos de Provincia. Es paradójico que alguien como M.L. que estuvo toda su vida abocada a las letras, no pueda leer, escribir ni articular sus recuerdos. Por otro lado, es interesante resaltar que la memoria de la narradora en el relato es crucial, porque ella misma trabaja minuciosamente para lograr que su amiga recuerde.
Weltanschauung
En cuanto al escenario, la nouvelle carece de descripción espacial, ya que la narradora no hace pausas descriptivas. La dimensión espacial se recrea mediante la vinculación del espacio con los componentes de la trama, creando un contenido semántico y un significado literario. Los seres que están vinculados a este espacio adquieren así significación y determinan y condicionan a los personajes que representan. El lugar deja de ser neutro, pasa a estar asociado e integrado a los personajes y acontecimientos de la historia. En Desarticulaciones se presenta un espacio cerrado, un ambiente de aislamiento y protección. La narradora visita frecuentemente a M.L., quien parece no tener contacto con lo que pasa afuera. Todo ocurre en el departamento de M.L. La narradora utiliza la digresión para recordar anécdotas de la vida de M.L. En algunas ocasiones se dispersa pero siempre retoma el tópico nuclear: M.L.
La elección del título
A lo largo de estas páginas hemos expuesto cuestiones teóricas ligadas al relato. Me gustaría reflexionar acerca de la elección del título de esta obra. Tanto la enfermedad que padece M.L., como el formato, el paratexto, la forma en que está fragmentado el libro, colaboran decisivamente con el título de la nouvelle. En primer lugar, porque el personaje principal está “desarticulado”, su cerebro y su habla ya no coordinan y en segundo lugar, porque estos fragmentos breves “desarticulados” en el tiempo van ordenando los recuerdos de M.L.
¿Memoria o autobiografía?
Para finalizar, podría decirse que Desarticulaciones está más cerca de ser una memoria que una autobiografía, ya que abarca un tiempo determinado de la vida de Molloy. Las memorias generalmente se centran en una etapa concreta de la vida del autor, a diferencia de las autobiografías que narran toda la vida del autor, sin dar preferencia a una época. Además, una memoria es más personal y emocional que una autobiografía.
Sobre una grande: Sylvia Molloy
Sylvia Molloy nació en Buenos Aires. Es autora de las novelas En breve cárcel (1981) y El común olvido (2002) y del libro de relatos Varia imaginación (2003). Luego de Desarticulaciones (2014) publicó Vivir entre lenguas (2016). Como crítica literaria ha publicado Acto de presencia (1996) y Las letras de Borges (1979). Es coeditora de los libros Women’s Writing in Latin America (1991) e Hispanism and Homosexualities (1998). En 2007 creó la maestría en escritura creativa en español en la Universidad de Nueva York, la primera en los Estados Unidos. Allí, también ocupó la cátedra de Humanidades Albert Schweitzer. Falleció en Nueva York el 14 de julio de 2022. Es considerada una de las mejores narradoras latinoamericanas.