Reseña sobre La ética del hacker y el espíritu de la era de la información de Pekka Himanen
Este es un libro que les gustará a aquellas personas que reflexionan sobre el trabajo, el valor del tiempo, la motivación del dinero, las metas y la optimización del tiempo.
Fue publicado en 2001, cuando el 5 % de las personas usaban Internet, cuando hoy lo hacen más del 60 %. Sin embargo, el libro no perdió vigencia, para nada, porque el trabajo es el núcleo de la vida de la gente.
Es un ensayo muy completo y entretenido que va desde el mito de Sísifo, condenado a empujar una roca hacia lo alto de una montaña para volver y volver a caer, pasando por el dilema de si el tiempo es dinero, de cómo algunas personas trabajan dando lo mínimo, solo para cumplir, y cómo otras se dejan la piel, hasta la cultura de lo efímero.
A grandes rasgos, se recopilan frases y pensamientos de sociología y la historia del trabajo y sobre la cultura hacker (con Eric Raymond a la cabeza), el movimiento del Open Source, el software libre y el código abierto.
La cultura hacker
En mi opinión, una de las cosas más interesantes del libro es la reflexión sobre qué significa “ser hacker”. Podríamos decir que el significado de la palabra “hacker” fue tergiversado con el tiempo, es decir, tuvo mala prensa. Lo relacionamos con algo malo, con hacer daño; actualmente asociamos “hacker” al significado de “cracker”, una persona que intenta acceder a un sistema informático sin autorización, y eso es un error, aunque no parece fácil de revertir.
Por eso, el libro busca reivindicar este término. Ser hacker es tener un espíritu y una pasión por las computadoras y por programar, es un entretenimiento. Es una filosofía, una forma de vida.
En el primer congreso de hackers en San Francisco en 1984, Burrell Smith, el creador del ordenador Macintosh de Apple, dijo que se puede hacer casi todo y ser un hacker. Se puede ser un carpintero hacker. No se necesita tecnología, tiene que ver con la artesanía y con el hecho de dar importancia a lo que uno hace.
La inactividad es la enemiga del alma
Otra parte interesantísima del libro cuenta la forma de vida de los monjes benedictinos seguidores de las Reglas de San Benito en sus monasterios en el siglo VI, donde consideraban al trabajo asignado un deber y a los haraganes se les alertaba que la inactividad era la enemiga del alma. El horario era sagrado: había horas exactas establecidas para trabajar, para rezar y para comer. Y para ellos era importante guardar silencio, incluso acerca de las cosas buenas.
También, el autor se detiene puntualmente en la ética protestante y en Max Weber. Explica que en este caso el concepto de «protestante» no tiene que ver con la fe o la cultura que uno profese, sino con algo abstracto y para explicarlo lo compara con el concepto de amor platónico, algo que me pareció muy acertado.
También, cita autores y fuentes como la Autobiografía de Benjamín Franklin donde él escribía sus metas y sus virtudes y apuntaba de qué forma formulaba sus pensamientos y llegaba a sus resoluciones. Cuenta que hacía exámenes diarios y anotaba qué faltas cometía cada día respecto a cada una de sus virtudes.
Trabajo y ocio
Skholè, es un término griego que significa “ocio, tiempo libre”, y es también la raíz de la palabra latina schola, que a su vez ha dado origen a “escuela”. Platón decía que una persona libre tiene Skholè, su tiempo le pertenece, puede organizar por sí mismo su propio tiempo, puede combinar trabajo y ocio como quisiera. ¿Interesante, no?
Me quedo con la importancia de tener una vocación, una ocupación, un oficio. Y de optimizar el tiempo, de la manera que a uno le resulte bien. A algunos les rinde medir el paso del tiempo con las campanadas de la iglesia y a otros, los enerva. A algunos les sirve la técnica Pomodoro de levantarse cada 25 minutos y a otros les resulta esconder el teléfono lo más lejos posible para no tentarse. También, muchas personas usan relojes o Apps que les cuentan sus pasos o cómo han dormido. Creo que a veces estas herramientas pueden generarnos adicción o más estrés del que tenemos. Tendremos que evaluar si nos sirven; si no será mejor deshacernos de ellas.
Cada vez más gente busca tener Skholè, en definitiva, ser libres. Y que esa libertad sea responsable, como me enseñaban en mi colegio.